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La Polinesia comprende Nueva Zelanda, Hawai, Tahití y la isla de Pascua, entre otros archipiélagos. Las creencias de sus habitantes incluían toda una serie de divinidades similares a las del Olimpo griego; es decir, no son deidades identificadas únicamente con las fuerzas de la naturaleza, como es habitual en este tipo de zonas no civilizadas, sino seres humanizados con relaciones de amor, sexo, odio y rivalidades.

En Melanesia (compuesta por Nueva Guinea y otras islas menores como las Hébridas o Nueva Bretaña) la acción de los misioneros hizo que muchos de los cultos religiosos se perdieran en pocos años. No obstante, nos han quedado algunos restos muy interesantes, como los coloristas y complejos dramas cultuales -a medio camino entre el teatro y la celebración ritual- que celebran algunas de estas tribus.

Muy pocos de los ritos de Micronesia (infinidad de pequeñas islas más al norte de la Polinesia y la Melanesia) han llegado hasta nosotros, debido a la despoblación de las islas y la facilidad con que muchas tribus abandonaron sus creencias para pasarse al cristianismo. Pero se conocen algunos detalles de cultos bastante curiosos y con un componente sexual muy claro.

Los “dema” melanesios

Sacrificios humanos, canibalismo y teatralidad 
Los suntuosos dramas cultuales 
Ritos melanesios de iniciación juvenil 
El culto a la ferocidad

Sacrificios humanos, canibalismo y teatralidad

El legado de los aborígenes melanesios, hoy casi extinto a causa del descenso demográfico, la imposición o asimilación cultural y los cuatrocientos años de evangelización misionera, es variado y sorprendente: de la crueldad de los sacrificios humanos a una ingenuidad rayana en lo infantil, pasando por el impresionante espectáculo de los coloristas dramas religiosos dedicados a los dema o dioses.

La afición de algunas tribus de Nueva Guinea y otras islas de la Melanesia a coleccionar cabezas de enemigos e incluso a comerse a los prisioneros ha llevado a muchos a considerar bárbaras estas culturas. Pero otras civilizaciones que se han considerado muy avanzadas, por ejemplo, la de los aztecas, también practicaron la antropofagia ritual y no fueron tildadas de primitivas.

Por otro lado, el sacrificio humano y el canibalismo fueron sucesos aislados e infrecuentes entre aquellos nativos y, además, cuando sucedieron tuvieron una razón claramente religiosa.

En algunos grupos melanesios de la isla de Nueva Guinea se veneraba a los dos dema gemelos que, según la leyenda, habían conseguido acabar con un jabalí gigantesco que asolaba a los ancestros de las tribus, atravesando los testículos del monstruo con una lanza. Los gemelos y su madre se comieron más tarde la carne del malvado jabalí.

Este es el mito que reproducían los melanesios cazadores de cabezas.

Y al devorar a sus prisioneros más realizaban un acto de comunión con los sagrados dema, que daban satisfacción una bárabara afición al sabor de la carne humana o a la crueldad. Para los melanesios, el cuerpo del dema-jabalí se proyectaba simbólicamente durante el rito en la carne del prisionero.

De hecho, muchos de estos rituales se celebraban, y se siguen celebrando, sustituyendo la carne humana por carne de cerdo, animal que además tiene gran importancia en las sociedades melanesias. La riqueza y el rango social de un Big Man (hombre preeminente) se calculan por el número de cerdos que posee.

Un tipo de ceremonias que ha suscitado la curiosidad de los etnólogos, antropólogos y estudiosos de la religión en Melanesia son los llamados dramas cultuales. En ellos, los participantes se pintan con colores muy vivos, se disfrazan con estrafalarios atuendos y se ponen unas máscaras rituales que han hecho famosa la cultura de la zona.

Algunos de los grupos étnicos melanesios, especialmente los marind-anims del sur de Nueva Guinea, tenían estas representaciones como la fiesta principal del calendario. Se les llamaba mayo y mientras duraban se suspendía cualquier otra actividad, como pudiera ser la caza de cabezas u otros actos de culto.

Los suntuosos dramas cultuales

Los ritos del mayo no podían ser presenciados por personas ajenas a la tribu. En ellos, los actores personificaban a cada uno de los dema. Para las vestimentas se usaban varas de bambú, pieles, plumas de casuarios, aves del paraíso y patos e incluso semillas. Las máscaras eran de madera e incorporaban figuras simbólicas.

La que representaba al dema del Sol era especialmente impresionante: casi tres metros de abanico amarillo a modo de corona solar. Las máscaras de los elemas, también de Nueva Guinea, de forma oval y acabadas en punta, recordaban a las africanas y formaban parte de una representación siniestra, al estilo de las danzas de la muerte medievales, en las que los espíritus del mal, procedentes de las profundidades marinas, atemorizaban al espectador.

Dignas de mención son también las máscaras de los bainings (Nueva Bretaña), llamadas haraiga, que solían medir entre diez y quince metros. Se ha conservado incluso una de casi treinta metros. Para poderlas llevar sin dañarse, los actores debían ayudarse de fuertes varas de bambú. Muchos de los mensajes que se daban durante las representaciones eran un misterio incluso para la gran mayoría de los espectadores, ya que sólo los iniciados (los sacerdotes) podían comprender el significado de los ritos y su relación con la vida y milagros de los dema.

Ritos melanesios de iniciación juvenil

Como en otras culturas con un fuerte apego a la naturaleza y poca tendencia a la abstracción individual, los indígenas de la Melanesia valoran sobremanera los cambios de edad y de manera especial el paso a la edad adulta. En varias de la tribus de Nueva Guinea, por ejemplo, bukauas, yabims o tamis, la fiesta de iniciación es la más importante del calendario. El dema que regía esta fiesta se llamaba Balum y se representaba en los dramas cultuales como un ser monstruoso que devoraba a los jóvenes aspirantes a adulto para luego escupirlos. Mientras se sacrificaba un cerdo a Balum, los jovencitos eran circuncidados, lo cual significaba su “muerte temporal” durante el rito y, por tanto, su paso a otra vida, en este caso la vida adulta. Aquí puedes Leer algo sobre la religion en la edad media.

Muchos de los dema importantes entre los pueblos aborígenes melanesios tienen un origen mítico común, pero las diversas tribus no se ponen de acuerdo en sus nombres.

No obstante, mencionemos al cocodrilo que extrajo del agua las primeras extensiones de tierra, para crear el lugar donde habitan los hombres.

O a la madre común, personificada en distintos animales, que era objeto de una veneración principal. También nos ha llegado el nombre de Geb, un dema que suele ser identificado con el ser supremo y de cuyo cuerpo salió el primer plátano.

Como los sioux con el bisonte, los melanesios identifican a su deidad principal con su sustento alimentario. Nombremos también a Yawi, que se identifica a su vez con un cocotero.

También se rinde culto a los antepasados familiares; este culto se conserva en la actualidad y es similar al de muchas tribus de África occidental. Los ancestros se cuidaban de proteger a los nativos de cada clan de la influencia de los espíritus malignos que habitaban la selva, y además velaban por su prosperidad y salud.

Asimismo, podían castigar a sus descendientes si se portaban mal, pero en general los ayudaban. Por otro lado, según la visión de los aborígenes, esta ayuda tiene algo de interesada, ya que si los descendientes desaparecieran por una guerra o epidemia, los antepasados se quedarían sin familia, con lo cual se desarraigarían y se convertirían en espíritus malignos.

Muchas de las costumbres mencionadas hace ya tiempo que dejaron de practicarse. Las enfermedades que los blancos llevaron a los Mares del Sur diezmaron muchas poblaciones, y la acción de los misioneros también ayudó a enterrar viejas creencias.

Por otro lado, el indígena melanesio ha tenido una cierta tendencia a dejarse deslumbrar por todo lo foráneo. Por tanto, sepamos que de todo lo explicado sobreviven restos entre las tribus que menos se han dejado influir. Pero muchas de las máscaras de los dramas cultuales -por poner un ejemplo representativo- sólo pueden verse hoy día en los museos.

El culto a la ferocidad

Agiba: Altar para cráneos que se usaba en las culturas del pueblo kerewa (Nueva Guinea). Se hacían de madera troquelada y representaban inquietantes figuras antropomorfas.

Amenta: Según la tradición de los indígenas de Nueva Guinea, dema primigenio que plantó una semilla de coco y la regó con su propia sangre; de allí salió Hainuwele (ver definición), que estaba destinada a convertirse en el sustento de los seres humanos.

Balum: Dema (véase) que rige los ritos de iniciación en los pueblos melanesios del golfo de Huon (Nueva Guinea). Los ritos de pasaje son tal vez el rasgo o característica de mayor peso y más gereralizado entre los pueblos de esta zona.

Big Man: En la sociedad melanesia, persona que posee riquezas y el máximo rango social. Su riqueza se cuenta por el número de cerdos que posee, lo cual es normal en una estructura económica prácticamente neolítica.

Cargo cult: Curioso fenómeno que se dio durante la segunda guerra mundial entre los indígenas melanesios, que quedaron tan asombrados por las riquezas y adelantos que mostraban los barcos norteamericanos que los veían como un objeto de culto. Otra hipótesis afirma que los nativos esperaban la llegada de una nueva era (al estilo del milenarismo) y que la señal de que llegaba era la aparición de barcos extranjeros.

Dema: Ente divino al que los indígenas melanesios dan culto y al que festejan en las famosas representaciones teatrales en que cada persona se disfraza de un dema concreto. Como los dioses de cualquier tradición politeísta, se los imaginan como seres humanos con sus sentimientos amorosos y sus disputas bélicas.

Geb: Dema que en algunas tribus melanesias es el ser supremo y benéfico y en otras un ser repulsivo y atormentado. En todo caso, la dualidad entre la adoración y el sacrificio violento es uno de los pilares de las leyendas de las tribus de la Melanesia. Más información sobre la teoría de la creación del mundo como una ordenación del caos.

Hainuwele: Criatura primigenia que surgió del coco plantado por Amenta. Tras madurar en nueve días, fue sacrificada por otros dema. Amenta la desenterró, la desmembró y de sus pedazos nacieron las plantas de tubérculos que alimentan a los marind-anims; de ahí que el mito hable del enterramiento del cadáver de Hainuwele (los tubérculos crecen bajo tierra).

Haraiga: Máscaras que usan los bainings de Nueva Bretaña, en Melanesia. Son similares a las que usan para sus dramas religiosos otros pueblos de la zona, pero se diferencian en su enormidad dado que puden contar más de quince metros de altura.

Jensen, Adolf E: Antropólogo danés que estudió en profundidad el culto a los dema en el sur de Nueva Guinea, especialmente la leyenda de Amenta y Hainuwele.

Locura de Vailala: Fenómeno que se dio en Papúa-Nueva Guinea a partir de 1919 y proliferó en algunas zonas marginales hasta los años 30: era un movimiento que mezclaba la ingenuidad de los cultos Cargo y la pasión del milenarismo y estaba regido por profetas melanesios.

Malaggan: Festividades que celebraban los indígenas de Nueva Irlanda (Melanesia). Durante las celebraciones, los nativos mezclaban el culto a los muertos con el de la fertilidad y en los ritos se usaban máscaras de un aspecto cuando menos inquietante.

Mana: En las culturas de los Mares de Sur en general, fuerza sobrenatural, pero también en términos genéricos, carisma o “ángel”. Se aplica a culturas tanto melanesias como polinesias o de la Micronesia.

Mayo: Fiesta principal de los nativos marind-anims (Melanesia) en la que se practicaba un rito secreto -estaba prohibido llevarlo a cabo en presencia de extranjeros- relacionado con los dema y la iniciación de los jóvenes.

Moaro: En las culturas de la isla de Nueva Caledonia (Melanesia), choza reservada exclusivamente a los hombres que se preparan para la pilou o fiesta del culto al ñame.

Ñame: Tubérculo gigante alrededor del cual los melanesios del nordeste de Nueva Guinea y también de otras islas como Nueva Caledonia, celebran un extraño culto fálico y místico en que los hombres, tras cultivarlos con artes mágicas para que se hagan más grandes, presumen exhibiéndolos ante sus vecinos.

Papua: Antiguo nombre de los indígenas que poblaban la isla de Nueva Guinea. Por extensión, el sinfín de diversas lenguas que hablan en esta isla y en el resto de enclaves de la Melanesia.

Sepik: Río de la isla de Nueva Guinea alrededor del cual todavía existen culturas arcaicas que dan culto a los viejos dioses melanesios y representan dramas cultuales con máscaras, escudos y otros ornamentos.

Yawi: Dema que algunas tribus melanesias identifican con el cocotero y otras con la muerte.

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