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Una religión sin dioses ni castas

Reacción contra la sociedad brahmánica 
Del imperio budista al ascenso del Mahayana

Las creencias del budismo
Los Ocho Pasos
Cosmología budista
Buda: libros y retratos

La meta del budismo es el nirvana, palabra que significa la “extinción” de los fuegos de todos los deseos y la absorción del yo en el infinito.

Los budistas no adoran a una persona o a un dios, sino que siguen un sistema de pensamientos, meditación y ejercicios del espíritu basados en las enseñanzas de Sidharta Gautama (Buda, el Iluminado). Su doctrina, transmitida oralmente en vida de Budapor sus seguidores, se recopiló por escrito bastante tiempo después de su muerte.

La doctrina de Buda se resume en las Cuatro Verdades Nobles, que son:

1. Toda la existencia es insatisfactoria.

2. Las insatisfacciones están causadas por el deseo de algo permanente, cuando en el mundo no existe la permanencia.

3. Es posible conseguir el cese de las insatisfacciones, el nirvana.

4. El nirvana puede alcanzarse siguiendo los Ocho Pasos.

Una religión sin dioses ni castas

El budismo es la única gran religión que no teoriza sobre un dios creador ni un culto dirigido a él. La meditación, la sabiduría y la moral son los tres pilares básicos en que se asientan las enseñanzas de Buda, que arrebataron al hinduismo brahmánico muchísimos fieles a partir del siglo VI a.C.

En el siglo VI a.C., cuando Buda empezó a difundir su doctrina, la civilización india estaba dominada por el brahmanismo hindú: los brahmanes eran la casta dominante. La pertenencia a la casta era estrictamente hereditaria y las monarquías se perpetuaban en una sociedad brahmánica cada vez más dominada por grandes y poderosos jerarcas. La decadencia a la que se veían sometidas las clases humildes creó un profundo malestar contra la tradición que cristalizó en nuevos puntos de vista sobre el mundo y en una revolución religiosa cuya cabeza visible fue Gautama Buda.

Reacción contra la sociedad brahmánica

Gautama Buda no pertenecía a la clase religiosa de los brahmanes, sino a la militar de los ksatriyas. Tal vez por ello Buda, que había nacido cerca de Nepal, casi en la frontera del imperio cultural brahmánico hindú, rechazó muchos dogmas de los brahmanes. Del origen militar de Buda pueden proceder también el valor que dio a la autodisciplina y, por contraste, sus tendencias pacifistas, rasgos ambos esenciales en el pensamiento budista.

Buda rechazó el dogma brahmánico que declara la necesidad de los cánticos y los sacrificios rituales, así como la visión teocéntrica del hinduismo. Según Buda, el hombre no puede conocer nada sobre la creación del mundo por Dios y mucho menos las características de esa deidad. En su lugar, propone analizar la naturaleza y la experiencia humana, y concluye que el único principio que rige el universo es el constante cambio (anicca); ante esta realidad, lo único que puede hacer el hombre es adaptarse: aprovechar el cambio para mejorar, dejar atrás todo el sufrimiento posible y alcanzar el equilibrio. Los caminos para conseguirlo son dos: la meditación y unos principios éticos individuales, familiares y sociales. Es evidente que una doctrina tan antidogmática e igualitarista constituía una seria amenaza para el brahmanismo, que sólo se basaba en la estricta división en castas, por lo que fue tachada de herejía.

Del imperio budista al ascenso del Mahayana

Entre los seguidores de Buda había desde siervos y humildes barberos hasta reyes, como Bisimbara de Magadha o su vecino el rey Kushala. Tras la muerte del Iluminado, la comunidad de discípulos fue creciendo, pese a la oposición del hinduismo brahmánico imperante.

Tres siglos más tarde, una de las dinastías hinduistas más rígidas, la de los Mauryas, tuvo un vástago, el rey Asoka, que imprimió un giro inesperado a la situación del budismo. Tras una cruenta guerra en Bengala que ocasionó miles de bajas y de víctimas inocentes, Asoka tuvo noticia de las enseñanzas de Gautama Buda y prohibió cualquier acto de violencia en todo su imperio. Sus medidas, inspiradas en el dharma budista, se reflejaron en muchos pequeños aspectos insólitos en otras civilizaciones: restringió los sacrificios de animales para los banquetes, facilitó la comunicación entre las personas y los pueblos; creó un sistema de ayudas logísticas para los viajeros (pozos, árboles en los senderos); dictó normas de cortesía social y familiar; creó santuarios populares en los que fuera posible venerar a los santos representados por sus reliquias, impulsó la convivencia entre todas las religiones y filosofías… En fin, aplicó en lo político y lo social las enseñanzas de Buda.

La popularización de los conceptos budistas acabó por desvirtuar en algunos aspectos el énfasis personal que el Iluminado había dado a su doctrina. Por tanto, junto con el budismo primigenio se extendieron nuevas interpretaciones, muchas de ellas erróneas o interesadas. A este respecto, es interesante conocer el Kathavathu, un texto de la época a modo de catecismo, con el que el budismo oficial trataba de corregir los errores en que incurrían algunos sectores del budismo. Más información sobre la historia de la iglesia Cristiana.

Tras el reinado de Asoka, cuando la rivalidad entre los monjes budistas y los brahmanes ortodoxos iba en aumento, muchos de estos últimos se integraron en la comunidad budista para no perder sus privilegios, lo cual dio pie a un período de confusión doctrinal que acabó con la unanimidad en la interpretación de las enseñanzas de Buda.

Hacia el siglo I a.C. se inició una nueva etapa o movimiento del budismo, el llamado Mahayana, o gran “vehículo”. Este movimiento ampliaba considerablemente el número de discípulos que podían alcanzar el nirvana. Los seguidores del Mahayana, en su afán por volver a las esencias del budismo primigenio, promovían el Bodhisattva, “ser poseído por la esencia de Buda”. Los Bodhisattvas eran futuros budas que retrasaban su llegada al nirvana para ayudar a los discípulos que se rezagaban en el camino de la iluminación.

Las reformas Mahayana, que no obligaban a vestir unas tradicionales túnicas monacales, permitieron que sus creencias se extendieran a lo largo de los siglos por los países fríos, llegando, a través de Asia central, por el sur y este, hasta los actuales países Sri Lanka, Thailandia y Birmania, y por el norte hasta el Himalaya y desde allí, por la ruta de la seda, hasta China, Mongolia, Corea y Japón. En la actualidad, el budismo Mahayana ha penetrado en muchas zonas de Europa, Australia y América.

Las creencias del budismo

Según el budismo, todos los pensamientos tienen consecuencias, tanto para el sujeto pensante como para los demás: es el karma un proceso de causa y efecto que establece el resultado de las acciones en la reencarnación en una vida posterior.

La conducta moral que el budismo propone al hombre se basa en cinco prohibiciones básicas: no matar, no robar, no mentir y abstenerse de conductas sexuales inadecuadas y de sustancias tóxicas.

Como principios rectores de la vida de la persona se establecen dos: la compasión y la amabilidad.

Por su parte, el sendero hacia la liberación espiritual discurre a través de la moralidad (sila), la meditación (samadhi) y la sabiduría (panna), como se recoge en los Ocho Pasos.

Los Ocho Pasos

El camino hacia el nirvana, que es el estado de máximo conocimiento y paz interior, consta de ocho pasos o estadios. Cada paso incluye la palabra samma, que significa “correcto”:

1. Conocimiento correcto.

2. Actitud correcta.

3. Discurso correcto.

4. Acción correcta.

5. Una vida correcta.

6. Esfuerzo correcto.

7. Estado mental correcto.

8. Concentración correcta.

Cosmología budista

El budismo comparte la cosmología de las religiones hindúes. El cosmos no es permanente ni creado. En su cima se encuentran los cuatro reinos sin forma de la pureza mental. Por debajo están los reinos de forma pura, donde moran los “dioses”. Los dioses están presentes en la vida cotidiana budista, pero no son estáticos -no son propiamente dioses, sino seres sobrenaturales-; no crean, sino que permiten lo eterno; ellos mismos se encuentran sujetos al renacer y a la tarea de buscar la iluminación. En el tercer nivel está el reino del deseo.

El cosmos incluye también los niveles en los que viven los animales y los hombres. Por debajo están los reinos de los fantasmas hambrientos y los infiernos.

A través de los mandalas, el budismo -al igual que el hinduismo- recrea la representación del mundo ideal según Buda. Son importantes las prácticas tántricas de meditación en las que el participante aprende a visualizar los diversos reinos celestiales de Buda donde existen centros de energía física que se distinguen del mundo profano.

Buda: libros y retratos

Buda no quiso tener un retrato e instó a sus seguidores para que desistieran de difundir su imagen. A pesar de todo, la imagen de Buda aparece de diferentes formas y se le representa con diversos símbolos, siendo los más comunes la rueda, sus huellas, la estupa o túmulo sagrado y el árbol de la iluminación.

La variedad de estilos de las imágenes de Buda refleja las diferentes culturas en las que floreció el budismo. Tradicionalmente, los artistas representan doce episodios de la vida de Buda: por una parte, sus antecedentes en el Ciclo Tusita, que comprenden su concepción, nacimiento, educación, matrimonio y entretenimiento; y, por otra parte, su renuncia, su ascetismo, el árbol de la iluminación (Bodhi), la derrota de Mara, la iluminación, el primer sermón y la muerte.

Buda se vio a sí mismo como un físico y un profesor que señala el camino hacia la iluminación. Como consecuencia, sus enseñanzas fueron muy apreciadas y son repetidas en los monasterios.

El budismo no posee una colección de textos que constituya una especie de “biblia”, sino distintas colecciones que son utilizadas, sobre todo, en las comunidades monacales (Sangha). Las distintas facciones del budismo, sin embargo, produjeron sus propios cánones o colecciones. Para más información siempre puede contactar con historia-religiones.com.ar.

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