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Un culto a las rocas y a los árboles
El bosque, lugar de ritos 
El panteón celta 
Nombres sagrados en la cuna de Europa

Un culto a las rocas y a los árboles

Los celtas eran el pueblo dominante en Europa poco antes de que fueran desplazados por los romanos y germánicos. Practicaban una religión de la que se sabe poco, aunque su mundo de héroes, druidas y magos ha inspirado leyendas posteriores, como los mitos artúricos.

Es obligado recurrir a los autores griegos (Posidonio) y romanos (Julio César, Lucano) para conocer los mitos célticos. Estas crónicas rara vez son imparciales y en ellas se presentaba interesadamente a los celtas como unos salvajes, amantes de los sacrificios humanos. Otra fuente son los mitos conservados en forma de texto (el Mabinogion o el Toro de Quelgny, por ejemplo) que se recogieron en época cristana: los monjes, aun adaptando algunas historias para cristianizarlas, conservaron una tradición que de otro modo se hubiera perdido.

El bosque, lugar de ritos

Los celtas no construyeron templos hasta la romanización. Los druidas, sacerdotes de esta cultura, consagraban para el culto elementos de la naturaleza, especialmente árboles centenarios, bosques, cuevas o manantiales. El culto se basaba en la interrelación del shi, o elemento divino, con el mundo humano. El shi era fiel reflejo de este mundo, pero mejorado y mucho más agradable. Entre las plantas, eran consideradas sagradas el roble, el tejo, la encina, el avellano y el muérdago, además de todos los árboles que daban nombre a las letras del alfabeto ogham, que también es llamado el “alfabeto del bosque”. De los manantiales, los restos arqueológicos indican que los que brotaban en el interior de las cuevas o que parecían surgir “de la nada” (las bocas exteriores de ríos subterráneos, por ejemplo) gozaban de una especial reverencia, y en ellos se celebraban los ritos más solemnes.

Animales sagrados o de especial significado para el mundo céltico eran el ciervo, símbolo del bosque; el oso, que representaba la fuerza, el poder y la realeza; el jabalí, que suele aparecer asociado a los guerreros y el combate; y el salmón, que representaba el tiempo y la sabiduría que conlleva; en las leyendas fianna se cuenta que el animal más viejo de Irlanda es un salmón que, cocinado, dará a quien lo coma el conocimiento de todas las cosas pasadas y futuras.

Asimismo, los celtas también tenían en gran estima la palabra; es el caso de las geise (tabú que de no ser respetado acarreaba terribles consecuencias).

El año celta, basado en meses lunares (de los cuales, la primera quincena era de buen augurio y la segunda, funesta), se dividía a su vez en dos grandes períodos que se iniciaban con dos festividades principales: Beltine (en mayo), la fiesta de los fuegos, de Belenos y propicia para la guerra, la caza, el matrimonio y el ganado; y la noche de Samhain (origen del actual Halloween y Noche de Difuntos), que marcaba el fin del verano y estaba consagrada a Cernunnos, dios cazador de los bosques, que también era el dios de la muerte y señor del otro mundo. Habitualmente se le considera emparentado con el griego Caronte y el etrusco Charun. A su vez, estas estaciones se dividían en dos períodos iguales, marcados por dos fiestas intermedias: la de la cosecha (Lughnasadh, en verano), consagrada a Lugh, y el Imbolc (primavera), la fiesta de la fertilidad, dedicada a Brigid.

El panteón celta

Lugh, el dios solar, era una de las deidades más importantes del panteón celta. Grandes ciudades llevaban su nombre (por ejemplo, Lyon, antiguamente Lugdunum) y era el padre de grandes héroes, como el irlandés Cúchulainn. Además enseñó a los hombres el trabajo manual y las artes.

Cernunnos rivaliza en importancia con el astuto y hábil Lugh. Era el dios de la caza y se le representaba con cuernos de ciervo, gruesa capa y arco de cazador. Por los escritos de César conocemos a Tutatis, nombre que proviene de “tuata”, que significa tribu en gaélico. Es de señalar la ausencia (excepto en Irlanda, con Mannanan) de una deidad marina; quizá se deba a que el origen de los celtas se hallaba en tierra firme.

Por las sagas irlandesas tenemos noticia de los fomori, seres deformes y demoníacos, cuyo rey tuerto, Balor, podía matar con la sola mirada de su único ojo.

Hay que tener en cuenta que las atribuciones de las divinidades celtas no eran exactas ni constantes: no siempre se representa al mismo dios del mismo modo. Los símbolos físicos que distinguen a los dioses cambian de una zona a otra: los cuernos adornan a menudo tanto a Lugh (por ejemplo, en el caldero de Gundestrup) como a Cernunnos. Además, el hecho de que las imágenes suelan carecer de inscripciones dificulta su identificación con las divinidades que aparecen en las fuentes escritas. Del dios herrero tan sólo conservamos el nombre, pero no el aspecto: en Irlanda Goibnhiu y en Gales Gofannon.

En el más allá celta, el Tir Na N’og (perífrasis gaélica que significa “tierra de los siempre jóvenes”), los muertos conviven con los dioses. Es un mundo parecido al terrenal, aunque más hermoso, y en él todos se mantienen eternamente jóvenes. Está más allá del mar, pero a veces es posible acceder a él a través de las puertas mágicas que se abren en los túmulos funerarios (brugh) y otros lugares señalados. Aunque los dioses y los habitantes del otro mundo (Shi) pueden cruzarlas a voluntad, sólo los magos más cualificados de entre los humanos son capaces de hacer lo mismo.

La cultura y los ritos celtas han pervivido en diversos enclaves europeos (Gales, Escocia, Irlanda, Bretaña, Cornualles, Galicia, Asturias), y tanto su música de gaitas y violines como sus leyendas literarias siguen gozando de gran popularidad.

Nombres sagrados en la cuna de Europa

De Parsifal a los mitos del Grial, caballeros de la Mesa Redonda y santos, señores feudales y embaucadores que terminaron (o no) en las hogueras. Europa se asienta sobre una nebulosa de mitos y montañas vestidas de bosques entre los cuales se vislumbran monasterios cristianos con un cultura en ocasiones heredada de los druidas celtas.

Angus Og: Dios irlandés del amor, hijo de Dagda y de Boanna (el río Boyne).

Balor: Personaje legendario tuerto y rey de los fomori.

Belenos: Dios sanador, identificado frecuentemente con el griego Apolo. Tenía dedicados varios templos en Aquitania.

Beltine: Celebración en la que se invocaba al dios Belenos para favorecer la caza, la ganadería, el matrimonio y, en ocasiones, la guerra.

Brigit: Diosa de la curación, la artesanía y la poesía.

Cernunnos: Dios del reino de los muertos, que solía ser representado con cornamenta de ciervo y capa de piel. En su honor se celebraba el Samhain, fiesta precursora del actual Halloween o de la noche de Todos los Santos.

Cúchulainn: Campeón celta, hijo del dios Lugh, que defendió en solitario el Ulster contra la invasión de un ejército del resto de Irlanda, según se cuenta en el Táin Bo Cuailgne. Su nombre significa “perro de Cullan”, ya que en su juventud mató al perro guardián de un herrero llamado Cullan y se ofreció a suplirlo hasta que crecieron los cachorros.

Dagda: Rey de los Tuatha De Dannan (pueblo de Dana).

Dana: Nombre irlandés de la diosa celta Brigit.

Danaanosd: Pueblo que llegó a Irlanda desde el cielo y, que como los fir bolgs, inició la historia de los hombres en la isla.

Deirdre de los Pesares: Heroína de una de las leyendas del Táin Bo Cuailgne. Esta historia parece que sirvió de base a la leyenda fianna de Dermot y Grainné, y a la de Tristán e Isolda.

Epona: Poderosa diosa yegua de los galos. Los irlandeses la llamaban Macha y los británicos Morrigan.

Fergus: Héroe céltico irlandés, compañero del mítico Cúchulainn.

Filidh: Sacerdotes de menor categoría que los druidas, que en la Galia eran llamados Vates.

Fir Bolg: Pueblo mítico que, según las leyendas celtas, fueron el grupo dominante entre los primeros pobladores de Irlanda.

Geise: Maldición o tabú, instaurada por los druidas, que, en caso de no ser respetada, acarreaba graves consecuencias al infractor.

Gundestrup: Caldero celta, uno de los restos arqueológicos más importantes porque está decorado con representaciones de varios personajes mitológicos célticos.

Imbolc: Fiesta de la primavera dedicada a Brigit, que incluía ritos de fertilidad.

Lyr: Deidad irlandesa relacionada con el mar. Su hijo Mannanan desempeña oficialmente el papel de Señor de los océanos.

Lugh: Divinidad principal que, como el Wotan germánico, era tuerto, empuñaba una lanza y tenía dos cuervos. Se le dedicaba el Lugnasad o fiesta de verano.

Naisis: Hijo de Usna. Amante de Deirdre de los Pesares.

Ogham: Alfabeto sagrado de carácter iniciático que sólo conocían los druidas, utilizado en diversas fórmulas mágicas y advocaciones. Era llamado el alfabeto del bosque.

Rama Roja: Hermandad irlandesa de guerreros liderada por el rey Conn de Ulster, a la que pertenecía el héroe Cúchulainn.

Shi: Correspondencia en el ámbito divino del mundo real.

Tain Bo Cualigne: Literalmente, “el toro pardo de Quelgny”. Gigantesca epopeya irlandesa, con numerosas historias intercaladas o añadidas, sobre la guerra entre el Ulster y el resto de Irlanda, por Donn Cualigne, un toro mágico propiedad del rey Conn.

Taranis: Uno de los dioses galos de la guerra.

Tir Na N’og: Paraíso situado más allá del mar, donde los dioses convivían en armonía con los muertos, que gozaban de la vida eterna sin envejecer jamás. También se le llamaba el Mundo Occidental.

Transmigración: Creencia común a varias culturas, entre ellas la druídica, según la cual las almas de los difuntos van a parar a otros cuerpos.

Tuatha de Dannan: Nombre que se daba en Irlanda al colectivo de los dioses, aunque estrictamente sólo se refiriera a una tribu de ellos.

Tutatis: Dios tutelar de las tribus galas, a veces con connotaciones guerreras.

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